miércoles, 8 de agosto de 2012

Soy una soñadora, pero no soy la única

No hacemos más que ver anuncios que te ofrecen todo tipo de cosméticos para, al no poder hacerte inmortal, querer que lo parezcas. No hacen más que contarnos cuales son los secretos para poder llegar a los 100 años, cuidarnos y mantenernos frescos como lechugas.
Miles de investigadores buscan alargar la vida de las personas y otros miles de ellos acortar la vida de los objetos para que tengamos que comprar otros nuevos y buscar huecos en la ley con los que poder escaparse de dar garantías.
Miles de personas buscan maneras de ganarse la vida y otras muchas, maneras de conseguir dinero a costa de lo que sea.
Y es que nos da igual vivir 100 años, si vivimos vacíos.
Que no se puede cambiar el mundo dicen, que la sociedad está muy afianzada en todos los aspectos, que las personas están acostumbradas a esto... Que el capitalismo es el único sistema que funciona y que si tienes dinero eres más persona que el que no lo tiene.

¿Pero cómo vamos a cambiarlo todo si lo aceptamos como borregos? Si vivimos con la excusa del "Pero que más da, si lo hago solo yo no va a servir de nada", el "Lo hace todo el mundo" y el "En esta vida hay que ser feliz" para poder gastar nuestro dinero a gusto, malgastar nuestros recursos y hacer lo que nos de la gana sin que nos machaque la conciencia.
¿Y qué le vamos a hacer si permitimos todo porque "hay que respetar lo que piensan los demás"? ¿Dónde quedó aquello de mi libertad acaba donde empieza la del otro?

Pero nos encanta mirarnos el ombligo, buscar la felicidad en descapotables y cremas antiarrugas, ser más que el otro.
Claro que no vamos a arreglarlo todo en un día, claro que la vida verdadera no están en las pantallas que arrojan a la calle las cotizaciones de la bolsa y números y más números.  Claro que la felicidad no está en las cifras del paro ni en las mentiras de los políticos. Claro que no podemos buscar la sencillez en una sociedad donde ser sencillo está penado.
Claro que no vamos a conseguir nada mientras el dinero siga siendo el himno y el camino hacia el éxito.
Claro que no vamos a ver lo bonito que está en mar y lo verde que están los campos cuando llueve si seguimos mirándonos el ombligo.

Pero es triste, es triste escuchar a tus padres decir "Esta es una soñadora. Pues ale, lucha, lucha tú por un mundo mejor que a nosotros ya nos ha decepcionado."
Es lo más triste que puedes escuchar. Y después de eso todavía sigues creyendo que tiene algún arreglo.
Como decía John Lennon "Seré un soñador, pero no soy el único"
Porque si tenemos algo que soñar, es que todavía hay cosas que cambiar.