sábado, 2 de junio de 2012

You're waiting for something that won't happen

Hoy duermo en pijama de verano, como si este año nos hubiéramos comido la primavera, hubiéramos pasado del muy lluvioso invierno al muy caluroso verano.
El tiempo se engaña a sí mismo, cree que puede pasar de un lado a otro sin un paso intermedio. Nosotros también nos engañamos. Creemos que se puede recuperar la confianza perdida, el respeto cuando ha caído a un pozo sin fondo solo porque al tirar una piedra todavía escuchamos algo.
Es curiosa la necesidad que tenemos los seres humanos de volver a vivir las cosas pensando que así nos saldrán mejor. Es curioso que llamemos a eso "Segundas oportunidades"
Pero, ¿A quién le gustó más la segunda parte del Rey León que la original?
Es curioso los nombres que le ponemos a las cosas, cuando no queremos llamarlas por su nombre. Segundas oportunidades, "Lo hago porque quiero" o el típico "Abandono porque no me queda otra salida"
No queremos reconocer todo eso que nos pasa, todo eso que sentimos, que es demasiado fuerte para analizarlo. El miedo, la angustia o el amor son sentimientos que necesitan llegar a un punto sin retorno para salir provocando terremotos.
Sí, ese momento en el que la ves que se queda callada y de repente sus ojos son dos lagunas verde esmeralda. Cuando se pone a llorar y te abraza, susurrando que ya no puede más.
Porque hasta ese momento ha vivido engañada. Solo engañándose a sí misma porque cree que así es como si no pasara nada.


Pero da igual lo que le digas, porque ella, tú, yo, y todos vamos a seguir engañándonos sin remedio. No podemos evitarlo.
Así que...
¡Sígamos engañándonos! Llamemos gases a las mariposas en el estómago y ser feliz a las ganas de verte, dejemos de esperar por algo que nunca va a pasar.

martes, 29 de mayo de 2012

Como un rayo de sol por la noche

¿Habéis conocido alguna vez a alguien, alguien fugaz, insignificante en un principio, que os ha enseñado más de lo que otros podrían haber hecho en una vida? Yo sí.

Y me enseñó que no hay que juzgar a las personas por su manera de vivir. Que hay malas personas en todas partes, y que las buenas se esconden donde menos habrías pensado.
Que el egoísmo y el orgullo solo son buenos cuando consigues superarlos y que esta sociedad te estanca en un cuadrado, el que tú, entre comillas has elegido, y a partir de eso te juzgarán.
Que es mentira que puedas protestar para intentar arreglar el mundo, que te apalearán y se justificarán diciendo que alterabas el orden, eufemismo con el pretenden señalar que estás mal de la cabeza.
Que los seres humanos rápidamente se aburren de lo que tienen y que por eso envidian la manera de los otros.
"Qué suerte tienen" Suspiran los vecinos añorando lo que el otro tiene. "
Que para las personas lo que hacen ellas siempre tiene más valor y siempre será más difícil que el sufrimiento del prójimo; de ahí su envidia, al creer en lo fácil que es la vida del otro.
Todo esto me enseñó con solo estar a su lado, "La vida no es fácil, así son las cosas" es la frase que solía decir cuando le insinuaba que ha crecido demasiado pronto, demasiado rápido.
Quizá sea yo la inocente. Pero el problema de la gente que crece muy rápido, que quiere tenerlo todo aquí y ahora, es que nunca lo podrán tener todo, y por querer todo, se pierden todo lo demás. Pronto se aburren de todo, no encuentran alicientes, ni nada que les motive.
Hasta que deciden frenar. Frenar, parar, respirar, observar. Observar que a su alrededor hay cosas que antes no existían a sus ojos. Gente que ha callado muchas cosas porque ellos no querían escuchar.
O sí querían, pero solo escuchaban lo que les apetecía oír.
La vida no es una comedia romántica de dos horas, pero tampoco un drama. A veces deberíamos parar, darnos cuenta de a quien estamos haciendo daño y a quien estamos dando prioridad, nos sorprenderíamos la de veces que cambiamos los papeles y se los entregamos a la persona equivocada..

Y sobre todo, deberíamos disfrutar poco a poco, que la vida, no es muy larga, pero gran mentira eso de que son dos días.
Dejemos de crecer tan rápido, y saboreemos lo que cada etapa nos ofrece, ¿A quién no le ha dicho su abuela que a nuestra edad ella jugaba con muñecas?
Quizá un día nos demos cuenta que no está tan mal salir a respirar y disfrutar de lo que tenemos en ese momento.

lunes, 28 de mayo de 2012

¿Por qué las cosas buenas hay que vivirlas dos veces?

Supongo que tienes una respuesta a todas las cosas que te digo. Contraria, por supuesto. Te encanta hacerlo. Si yo digo blanco, tu dices negro. Si yo digo que ha sido divertido, tu dices que no lo volverías a hacer. Te digo que me gusta soñar, me dices que que no hay que soñar solo por haberse dormido. Quizá la mejor respuesta sea que no hayas preguntas. Que me quieras, que dejes de decir que no puedes volver por el mismo camino, no soy la misma piedra que te hizo tropezar, te lo prometo. Que dejemos de restar y dividir, que podemos sumar mucho más de lo que tu puedas imaginar.


¿Que por qué las cosas buenas hay que vivirlas dos veces?

Para estar seguro de que han sucedido. Quiero decir, igual está mal formulada la pregunta, al limitar el número de veces a dos.
Me explico. Nos quisimos, nos enfadábamos hasta que uno de los dos cedía cuando echaba de menos las manos del otro a su alrededor. No fuimos medias naranjas, éramos una uva y una manzana buscando agua desesperadamente, buscándonos el uno al otro.
Somos diferentes, quizás como los que más. Tenemos la capacidad de reírnos el uno del otro, pero no de entendernos. Y quizá es mejor, nadie me hacía reír tanto como cuando tu terminabas nuestras discusiones con un “Búscate otro perro que te ladre, princesa” y despacito, aparecías por detrás y me abrazabas por la cintura.
Muchas discusiones no tienen final, y los seres humanos estamos empeñados en buscarle siempre uno.
Teníamos también la capacidad de herirnos, y de curar las heridas con tiempo y dedicación.
En definitivamente, que no te pido que repitamos lo que vivimos, si no que nos queramos como nos queríamos. Que olvidemos lo que hemos pasado. Pero no una copia mala de un amor que no se puede copiar.
Simplemente vivir otra versión.
Que las segundas partes nunca fueron buenas, dicen.
Pues volvamos a empezar. Encantada, me llamo como tú quieras llamarme. Vayámonos a vivir una historia inolvidable, pero vayamos.


We will change the world.


Vivimos en una sociedad en quiebra. Donde los que tienen dinero mandan sobre los que no, donde los políticos han pasado a ser simples marionetas de la economía
Donde algunas personas todavía piensan que alguien sin una carrera, no es persona; y donde todo trabajo intelectual se pone a años luz del manual.
Donde no siembras tomates, ni lechugas. Se siembran centrales nucleares, corrupción, violencia. Se siembran estafas, prejuicios, miedo.
Sociedad en cambio continuo, en teoría hacia algo mejor.
Una sociedad que margina a los débiles y premia a los fuertes, que tiene miedo, miedo a lo diferente. Sociedad de miedos, la llamaría yo. Sociedad de miedos camuflados tras odio.
Donde todo parece estar encajado en un sitio, del que en teoría podemos salir para revindicar aquello que no es justo, aquello que no está bien.
Pero aquí o perteneces a un grupo, o perteneces a otro. Desde que naces, estás encajado en prejuicios.

Pero os vais a joder, el día que os deis cuenta de cómo son las cosas.
Las cosas nunca son blancas ni negras, nunca podrás saber el cien por cien de una cosa, por muy experto que seas. Todos estamos hechos de pedacitos de todos, nunca se es totalmente diferente que otro, ni por supuesto, totalmente idéntico.
"¡Qué triste sería el bosque mundo si solo cantaran los pájaros que mejor lo hacen!" Decía Henry Van Dike.
Todos los eslabones son necesarios, todas las personas estamos aquí por alguna razón, solo tenemos que encontrar cuál es.
¿Quién no se ha quejado de pequeño de por qué narices existirían los bichos, y a quién no le ha respondido su madre: “Si están ahí, por algo será”?
Apliquémonoslo. Tratemos a las personas por igual solo por el hecho de ser personas, que por algo será.





Dejemos de martirizar a los optimistas y tachar a la gente feliz de ingenua, ignorante e insensible. Tiene bastante mérito (intentarlo, al menos) ser feliz en una sociedad en la que muere tantísima gente todos los días, y donde la justicia funciona movida por los hilos de unos cuantos.
Así que dejemos de asociar ser feliz con pasar de todo, con no estar comprometido con la sociedad, y con no luchar por un mundo mejor.
Porque para luchar por un mundo mejor, primero hay que creer en que puede ser posible.

domingo, 27 de mayo de 2012

Como un amor de verano condenado sin opción al fracaso

Malditos amores de verano. Comienzan como comienza cualquier otra cosa. Comienzan con una sonrisa, algo tan inocente con un "Hola, ¿qué tal?, algo tan inocente como las suaves olas del mar un día sin viento.

Son suaves, son tranquilidad, son risas, son saber que te quedarías toda la vida en sus brazos, son caer en la rendición de pasarte la vida dejando que te bese el cuello. Como las olas del mar cuando solo sopla una suave brisa.
Pero también son emoción, son pasión, son dejarse arrastrar, es dejarse llevar, es querer como no quieres en ninguna otra ocasión. Es vivir con tanta intensidad que te asusta, es irse metiendo poco a poco en el mar, dejarse llevar por la marea, metiéndose cada vez más y más dentro sabiendo que cuando se quite el sol tienes que regresar a la orilla.
Son bonitos, excitantes, son una historia condenada a un final desde el principio.
Son miedo, miedo a que el verano termine, miedo a no volverse a ver, angustia, son ganas de quedarse, de que el tiempo se pare y no vuelva a correr. De quedarse mirándose el uno al otro mientras las olas del mar hacen de las suyas.
Pero el final del verano llega, el miedo aumenta, la angustia hace de las suyas y ya no sabes que hacer para que nada cambie. Te prohíbes sentir, te prohíbes dejarte llevar pensando que quizá así luego el golpe no será tan duro. Pero te equivocas y a sabiendas de que te estás equivocando sientes una frustración tan grande que no sabes como calmar. Quieres aprovechar, vivir, quedarte allí. Pero a la vez sabes que cada vez, el momento está más cerca y no quieres pasarlo mal.
Y al final el momento llega, y vuestros caminos se separan sin que podáis evitarlo. Y te das cuenta de que todo el verano llevas alimentando algo condenado desde el principio al fracaso.

Pero, ¿Acaso te arrepientes?