viernes, 8 de julio de 2011

Busco una razón,

Pero estaba allí. Estaba allí, mirándome fijamente, sonriendo. ¿Y por qué sonríe? ¿Acaso tiene razones? Ya estaba viendo que a él no le había afectado separarse de mí, o puede ser que estuviera muy contento de volver a verme, razón por la cual yo tampoco podía parar de sonreír. Sí, quizás fuera eso. Maybe.
Pero seguramente él seguía pensando lo mismo que cuando se fue. No podía hacerme ilusiones. De ilusiones vive el tonto.
Si, pero la esperanza es lo último que se pierde.
Ya, pero no está bien construir castillos en el aire.

“Dejémonos de proverbios estúpidos” Pensé. “No vamos a avanzar si sigues filosofando.”
-Hola.- Seca y directa, dispuesta a marcharme si era necesario, dispuesta a marcharme antes de empezar a llorar.
-Quiero llevarte a un sitio. ¿Me dejarás?
-¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para que me digas que todas mis esperanzas son infundadas, para que soples, destruyas mi castillo de naipes en un solo suspiro? No gracias, mis castillos soy capaz de tirarlos sola, poco a poco. No hace falta que nadie me empuje contra ellos.
-A no ser que el castillo lo construyamos los dos. En ese caso, tendría yo el mismo derecho que tú a derrumbarlo.
-Nadie ha hablado de cuestiones de interés mutuo. Te fuiste. Y no quiero saber por qué has vuelto.
-¿Y si te dijera que he vuelto por ti?
Me di la vuelta, caminé, caminé rapidamente, no quería seguir escuchando.
Pero antes de irme le chillé:
-Dios sabe cuantas veces habrás dicho esa frase.
Casi corriendo me alejé de allí. Pero me agarró por detrás.
-No creo que Dios exista, y si así fuera, apoyaría mi teoría. He vuelto por ti, hay cosas que debes saber. Pero debes creerme a la primera. Y no dudar nunca de mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario